martes, 14 de septiembre de 2010

Pues no, mi corazón no está bien. Está roto por todas las esquinas. Yo lo ignoro, y así es como si no existiese. Cuando insinúo el tocarlo, se vuelve loco del pánico ¿qué le voy hacer? si mis manos no las quiere, ya curará solo.
Podría pasarme tanto tiempo hablando por hablar e intentando explicar lo que ocurre aquí dentro que no creo que nadie tenga el tiempo ni la paciencia suficiente de escucharme.
No se pueden simplificar tanto las cosas ni deducir ni opinar ni juzgar en detrimento del prójimo como si nada.
Pues sí, me voy del hilo, y es la forma en la que más segura me siento, porque esa soy yo. En cuanto intento algo que no va conmigo, me pierdo, y ahí la inseguridad me hace su presa hasta puntos que no soporto. Menos mal que para situaciones insoportables tengo un salvavidas: Rosa Blanca
Hace unos días la llamé, para confesarle con la sombra sobre mi ser, el alma en los pies, entre lloros y balbuceos, cayéndome en un pozo porque la desdicha más grande del universo había caído sobre mí …la llame para confesarle que…no soy normal.
Claro que no eres normal, y por eso te quiero tanto.
...y me sané.
Porque ella es todo corazón, rosa de amor y por eso la quiero tanto yo también.

2 comentarios:

Vagamundo dijo...

Hay rosas con espinas de miel que si superas el miedo atávico e irracional a que te pinchen, rompen, desgarran, las paredes caóticas entre las que nos sentimos atrapados.

Son rosas con una sonrisa blanca, como de alba benévola, que saben querer sin compadecer a quién no se había percatado de que aquellas paredes eran de papel.

Eso, en el país de los corazones desportillados, lo sabemos muy bien.

pasaxeira dijo...

qué bien lo sabes vagamundo!