lunes, 7 de septiembre de 2009

Escribiendo 4 (el abrazo)

Fue curioso cuando vi entrar al gigante osito de peluche de mis visualizaciones, creo que la diferencia era que en mi mente tenía algunos añitos más. Me sonreí, la noche todavía no había madurado, no era el momento, pero al menos estas pequeñas coincidencias podrían alegrarme aquellas horas. Tal vez fue cosa de la luna llena, de las mareas de septiembre, del poder de una sonrisa, de una mirada o de un alma abierta… sentía una energía que nunca antes había sentido y por un momento fui consciente de que había muchísimas semillas de abrazos cruzando sus miradas conmigo… pero la duda entró como un insolente sol, preguntándome si era aquello lo que realmente quería.
Olvidé aquellos pensamientos un poco antes de entrar en mi antro favorito y pasó un buen rato hasta que me di cuenta que aquel personaje que me inquieta, me agrada, me intriga, a veces me atrae y otros me repele… estaba allí. No tardé en mover ficha. Una buena jugada para acabarme preguntando para qué diablos me meto en los diálogos que me meto con él. Sus conocimientos son mucho mayores que los míos (si es que tengo alguno) y la balanza de la razón parecía anclada siempre de su lado. Y puede ser que tenga toda la razón y lo respeto profundamente, pero el peso de lo que yo pongo en la balanza lleva otro tipo de material (aparentemente liviano)que nada tiene que ver con la “crême” de la intelectualidad. Eso no va conmigo, no no no… ¿por qué no estaré calladita a veces?..pero abraza muy bien, y en eso sí tenía razón.

No busques cariño en la noche, dijo.

Es bueno saber que hay mucha gente dispuesta a darte un abrazo sin más, o porque simplemente se lo pides, con sutileza o sin ella. Incluso aquellos con los que jamás te entenderías en dialéctica, aunque te pases toda una noche hablando.

Pero los verdaderos abrazos son otros, supongo que todos los sabemos.

Y aunque nadie me entienda, yo sí lo hago y tal vez me falle la retorica y las conexiones cerebrales, pero cambiando el enfoque de todo esto, para quien me entienda, diré que, aquella noche estaba encontrando de nuevo a una vieja conocida, que no sé cuando me abandono, o si fui yo la que lo hice, pero lejos de querer buscar explicaciones, nos dimos un inmenso abrazo, el autentico abrazo que sin saberlo llevo tiempo buscando y necesitando. Aquel que me integra, que me une a mí, que me trae y personaliza. El abrazo que jamás debiera desaparecer ni olvidar, el que me hace vivir, el de “mi” con “MI”.
**
Para los que me leen y de alguna forma me sienten cercana, sentid mi más fuerte y sincero abrazo!

4 comentarios:

una más... dijo...

Y qué mejor abrazo que el de una persona que sabe lo que hace?
Besotes pasaxeira al cuadrado ;)
Otro abrazo inmenso para ti.

Marisa dijo...

Eso me gusta,ya basta
del tiempo en la espera.
Disfruta del abrazo.

Besos.

Leola dijo...

Gracias por el abrazo pasaxeira. Esos reencuentros son tan necesarios... ¿Sabes? A veces -a menudo en medio del caos- sembramos muchas cosas sin siquiera saberlo, cosas que necesitamos, que necesitaremos y un buen día, sin motivo aparente, germinan. No sé si me explico, pero me ha alegrado leerte hoy, chica. Saber que estás "ahí".
Un beso.

Nadie dijo...

leerte es un placer,
que hoy no voy a esconder...