viernes, 20 de junio de 2008

Estrés ansiedad angustia

Una autopista solitaria en el desierto, recta, ancha, infinita hacia el azul celeste. Una moto deportiva a tropecientos por hora, recorriendo millas sin parar, a toda máquina, al límite, ahí voy yo, sin ningún destino sin ningún sentido….1000 palpitaciones por segundo, presión en el pecho, ciega…siglos así, y otro año más y otro año menos, un día hacia arriba, y un día hacia el medio…asfalto, asfalto…y el zumbido de mi Kawasaki Vulcan 2000…atravesando el viento y el tiempo sobre mi halcón peregrino…hasta que vislumbras en el horizonte un pequeño obstáculo, y en segundos llegas y te lo encuentras, es una enorme serpiente enroscada que ocupa todo el ancho de la carretera, ya no puedes seguir, entonces…intenta zambullirte, devorarte, atraparte en sus mandíbulas para tragarte hacia el centro de su vida acabando con la tuya. No tienes marcha atrás. Huyes en zigzag, te tiras de tu moto, te empequeñeces, empequeñeces, empequeñeces, hasta que puedes colarte entre las moléculas del asfalto, a salvo de la serpiente, y encerrada en las profundidades de un camino nuevo e inexplicable. Intentado buscar una salida hacia otro lugar que seguirá siendo ningún lugar.

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