lunes, 11 de agosto de 2008

Besando estrellas sin besos

Me gustó cuando lo vi entrar. Se pusieron a nuestro lado. Mi amiga y yo, seguimos mirando el periódico y el semanal, sin levantar la vista, mi amiga porque estaba concentrada en el periódico, y yo porque soy capaz de estar a dos cosas a la vez. Y leyendo que Mónica Naranjo se confiesa una gran ama de casa vi como nos mirabas. El arma está lista.
Sorpresa al enterarme que formabas parte de la banda que esta noche tocaría, amigos de mi prima.
A la hora de tocar desapareciste, y alguien dijo “está con sus meditaciones”. Pum, primer disparo. Tras el concierto, cuando regresamos al campo para dormir, y verte allí mirando estrellas, tuve el gran impulso de ponerme a tu lado y preguntarte en cual de ellas estabas para ir hasta allí contigo. No lo hice. Pum, segundo disparo. Dormí yo sola y tú dormiste solo, aunque te sentí acostarte a mi lado en algún momento de la noche. Me tocaste. Te tocaste. Te fuiste.
A la mañana siguiente partisteis para vuestra tierra. Después, en el desayuno preguntando por ti disimuladamente, me dicen “ese es más raro…!”. Pum, tercer disparo.
Me has dejado herida de un sueño de amor. Si no te vuelvo a ver esas heridas se cerraran como si nunca me hubiesen disparado y ese día se borrara en el tiempo como si no hubiese existido.

No hay comentarios: