lunes, 15 de noviembre de 2010

Llovían luciérnagas el día que creímos ver las estrellas. Un mar se las llevaba y yo recurrí a la cala de mi alma, donde me manchan las sombras. Pero al menos, lo veo, no soy sombra, aunque a veces me deje manchar por ella. La depresión cose costuras y abre surcos. Guio mi barco por mares desconocidos, semejan calmos… A veces anclo mi barca y me tiro a disfrutar del agua. Pero al regresar a mi barca, sigo viendo alzada la vela de mi destino, cruces de tristes tibias y el caos por calavera.

2 comentarios:

Ángel Iván dijo...

Esa confunsión que es plural contrasta con el caos que observas de forma individual, no sólo pierde uno, pierden dos.
Busca un nuevo faro para aproar tu barca, hay muchos mares que seguo que merecen la pena de ser surcados.
Un cálido y goooordo beso.

Vagamundo dijo...

Cuidado con dejar las velas alzadas mientras te bañas, que el barco se va con los vientos :)
O deja que se abran las costuras, y el viento se filtrará y seguirá su rumbo, dejando el tuyo y el de tu barco a la merced de tus olas, sombrías a veces, pero tuyas