viernes, 18 de diciembre de 2009

Los cuarteles estaban cerrados, toda la oscuridad de la noche parecía concentrarse en el momento en que su mirada intentaba encontrar alguna luz. Mejor sería ahorrarse el esfuerzo. Regresó a casa sabiendo de antemano que entrar en ella sería como ponerse una armadura que le pesaba tanto que a veces hacía que su cuerpo y alma se desmoronase completamente. Aquella noche abusó de las sustancias que le provocaban paz y sueño.
Soñó con él, deseaba ardientemente poder alcanzar su atención, sembrar una semilla que germinase en una profunda amistad. Ese era su sueño. La realidad era que, cuando lo tenía delante sentía el impulso de abrazarlo y besarlo, un impulso fruto de la sinrazón.
*
El agua a destiempo hizo que los higos no madurasen con todo su jugo, aquel que era su manjar estaba bañado en la impertinente lluvia de aquel día. Acomodó la pañoleta en su cabeza y se dirigió a la casa, al retirarla frente al espejo observó su pelo blanco, el mismo que había visto medio siglo antes en su abuela. Pese a sus sesenta y tres años se sentía más niña que nunca viendo en su reflejo la entrañable vejez de su abuela que le sonreía con cariño, como siempre, como cincuenta años atrás. Puso su ropa al lado de la lumbre, acaricio el minino que le respondió con un ronroneo cómplice y reconfortante. Nos hemos quedado sin higos, minino…él la miro directamente a los ojos con gran interés en la comunicación de aquel momento, un intento de fusión entre el tú y yo. Estamos aquí.
Todavía no se había acostumbrado a la prejubilación. Tanto tiempo, tanto… que los pasatiempos que se le antojaban movían hilos de sus antiguos sueños. Cubrir su vida con un final típico de esas novelas que dejan un dulce regustillo en sus últimas páginas. Ahora ya no sentía con la misma intensidad que antes, vivía… como decirlo? Tranquilamente feliz? Quizas que sí, el tiempo apaciguó la intensidad de sus deseos… y a la vez, la de sus miedos.
Hacía 30 años que no lo había vuelto a ver, desde un casual encuentro…

6 comentarios:

Marisa dijo...

El tren de la vida sigue
pasando aunque se haya dete
nido por un momento en
alguna estación.
Hay que disfrutar el momento el
día a día porque este
no volverá a pasar.

Besos.

Vagamunda dijo...

La madurez da serenidad...
Da la sensación de que este personaje está muy bien elaborado, como si quedase mucha historia que contar, como cuando empiezas las primeras páginas de un libro, surgen preguntas en el lector y eso aumenta las ganas de seguir leyendo. Continuará?
Muy interesante la narración y el salto en el tiempo.
La prejubilación, mmmm, me quedo soñando con ella, jejeje
Biquiños, linda

una más... dijo...

Bufff!
Te confieso algo? me da algo de " miedo " pensar en mi vejez.. sólo tengo 33 años y lidio cada día con mis propias batallas por conseguir algo que persigo hace mucho, me da algo de pavor verme dentro de otros 33 en la misma situación..
Mis pensamientos se parecen bastante a lo que Marisa te ha comentado, aunque..pfff es tan difícil conseguirlo..
Bueno, cambio de tema!!!
Me alegro de saber de ti, se te echa de menos, me acuerdo de ti y por si no pasas a leerlo por mi casa.. COMPRUEBA!! comprueba todo lo que puedas a pesar del miedo, qué vas a perder????
Hay que quemar oportunidades que pasan en un segundo y después es demasiado tarde.
Nena, pide pa reyes un ordenador por diosss! :P
Un abrazo extragrande y si no nos " vemos " antes de las fiestas.. Feliz Navidad, que tengas una buenísima entrada de año y de todo corazón te deseo lo mejorcito para este que ya casi estrenamos, por fin!porque menuda mierda el 2009..
Se te quiere y se te extraña.
Muak!!

Vagamundo dijo...

Qué cruel que ciertos caminos para alcanzar el sueño de uno, sean a la vez tan exitosos y tan dañinos.

Y qué lindo llegar a la madurez, sin más higos ni bellotas que los que son precisos para comer y vivir bien, ante la lumbre tibia del sosiego.

CeRkadELmAr dijo...

pasaxeira,

uno tiende de nuevo y siempre a sus raíces, nos asemejamos a ellas, porque derivamos de ellas.

El calor del hogar...
la sal del mar...
la compañía ciega desinteresada...
vivir.

Feliz navidad,

y es que uno siempre vuelve a sus raíces... y mi escritura arranca entre otros puntos, y cómo no, aquí.

Sabes que siempre te desearé lo mejor en tu vida. Sé feliz.

Feliz navidad.

Zeltia dijo...

pues a ver cuando el tiempo apacigua mis miedos,
a cambio casi vendería mis deseos.

no sé.
espera,
déjame pensarlo.